¿Cómo ser Florencia y no morir en el intento?

Florencia es una mujer que vive situaciones típicas, pero con hombres atípicos. Ella me pregunta por qué me llama tanto la atención su vida y yo le digo que ella es lo que llamamos una mujer cabrona. Ella se enoja, pero yo le digo que ser cabrona es lograr poner su cabeza ante su corazón, vive la vida, no se amarga con nada, se cae y a los 10 minutos ya se está levantando y cree fielmente que la vida es para comenzarla una y otra vez, ya que los comienzos son lo mejor. Dice que entonces así sí.
Yo la llamo mi Pepe Grillo, ella dice que es mi despabilamiento diario, ya que me da de retos y zamarrones cada vez que me acuerdo del EX. Flo me recita una y otra vez que si quiero aprender a ser CABRONA debo dejar de andar pensando en el EX como el único amor de mi vida y que al fin debo ser una mujer libre. Yo simplemente le contesto que ser ella es más difícil de lo que yo creía. Entonces me respondió: al menos inténtalo. Le pregunté ¿Cómo ser Florencia y no morir en el intento?. Me miró con cara de te doy de cachetada si vuelves a preguntar y me dice: al menos lo intentaste.

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lunes, 29 de marzo de 2010

Flo y el mounstruo del Freez.

Sólo bastaron 30 minutos en la peluquería con Florencia, para que ya me diera la excesiva compulsividad de escribir.
Entre vapor, humo, líquidos y secador estaba Flo, como en plena entrevista con Carlos Pinto. La idea era terminar con el freez en su vida y dar paso a la modernidad del famoso alisado chino. A todo esto ¿alguien me podría explicar por qué se llama chino?.
Bueno el hecho es que mientras ella se realizaba todo este ritual de belleza en la peluquería “Yaqui Mechitas” y aquí una mechita y aquí había otra, me dio por imaginarme a Florencia estrenando su nuevo look.
Llegaría a su casa, se sentaría en la terraza y ahí cual digna Miss Venezuela, esperaría a que el casero la fuera a visitar. Debo aclarar un punto muy importante a estas alturas y creo que es un detalle más que importante y es que el casero vive justo en el edificio de enfrente a un piso más arriba. Es decir, que sus ventanas están más que cerca y lo suficiente como para que el casero, cada vez que ve la luz prendida del depto de Florencia salga corriendo a la terraza a gritar Florencia, como un loco.
Quien lo diría, tan liberal y moderna que se ve Flo y la veo viviendo cual cuento de princesitas, si yo creo que el casero se demora menos que el príncipe de Rapunzel en subir a su departamento.
Cuando ya quedaba poco, para dejar de torturar el monstruo del freez que habitaba la cabeza de Flo, el peluquero me pregunta si yo también me haría el alisado chino, que sigo insistiendo que ni idea de por qué se llama chino, a lo cual yo le respondí que esperaría a ver cuan factible era el asunto. Él me respondió que ya estaban a la vista los resultados y es que Florencia estaba más tiesa que un chuzo, sin embargo lo que el peluquero no sabía era que yo solo comprobaría la efectividad del asunto una vez que viera a Florencia a la mañana siguiente. Y es que si Flo lograba pasar la alocada noche que yo me imaginaba y más encima llegaba con su pelo igual de tieso, nadie me podría negar la efectividad del alisado chino y es más, me lo hago y lo recomiendo.
Ahora entiendo porqué se llama alisado chino y es que si logra quedar más tieso que camisa almidonada, luego de pasar más guerras que la misma China, entonces es digno de llamarse así. Y sobre Florencia, me despido de ella en metro Manuel Montt, con una sonrisa maquiavélica en su cara, con el estuche de maquillaje en la mano, cosa de arreglarse en el camino y el pelo dispuesto a vivir una Tercera Guerra Mundial.

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